Mecanismos de defensa extremos en casos de abuso traumático
Como se indicó previamente, los niños de familias narcisistas son reflectivos/reactivos; esto es, reflejan las necesidades del sistema de sus padres, en vez de explorar las suyas y por tanto desarrollan un comportamiento que es reactivo en vez de proactivo. Cuando el sistema de sus padres incluye abuso en la modalidad de asalto (palizas severas, violación o tortura ritualizada) la reflexión/reacción se vuelve infinitamente más compleja. Ahora, en vez de sólo despersonalizarse (remover la parte que siente del cuerpo como defensa contra el dolor), la persona puede separarse y fragmentarse (los sentimientos de ira van ahí, los sentimientos afectuosos van a otro lado, los sentimientos de traición por allá, los sentimientos asesinos por debajo, etc.). En nuestra práctica vemos esta fragmentación – en ausencia de psicosis – como un mecanismo de defensa provocado por el abuso.
Los terapeutas están usando cada vez más el diagnóstico del desorden de personalidad múltiple con algunos de estos sobrevivientes. Creemos que existe el riesgo que este síntoma (la fragmentación) sea inadvertidamente alentado y reafirmado al tratarlo como un desorden en si y por si mismo, en vez de tratarlo como un mecanismo de defensa que funcionó durante la niñez pero que necesita ser abandonado ahora.
APRENDER A CONFIAR
Aprender a no confiar es doloroso pero es un mecanismo de defensa altamente funcional. Es difícil liberarse de un mecanismo que te ha ayudado a mantenerte con vida. A partir de entonces, aprender (o re-aprender) a confiar en la adultez conforma la primera tarea del sobreviviente durante la terapia. Si hay una persona capacitada para enseñar a un sobreviviente a confiar es el terapeuta.
Probablemente las funciones más importantes que el terapeuta desempeña con los sobrevivientes son las siguientes:
• Proveer aprobación y apoyo constante (a la persona, no necesariamente a las acciones).
• Modelar una comunicación abierta, adulta y sin prejuicios (incluyendo el “yo siento…yo quiero”)
• Proveer un foro de discusión educacional sobre opciones y consecuencias.
• Establecer parámetros de lo normal versus anormal, o saludable versus perjudicial, para que el sobreviviente tenga algunos ejemplos sobre los que apoyarse y evaluar experiencias, juicios y acciones pasadas y presentes.
• Ser digno de confianza: atender llamadas, llegar en hora a citas, actuar de manera profesional y consistente.
Como se indicó previamente, los niños de familias narcisistas son reflectivos/reactivos; esto es, reflejan las necesidades del sistema de sus padres, en vez de explorar las suyas y por tanto desarrollan un comportamiento que es reactivo en vez de proactivo. Cuando el sistema de sus padres incluye abuso en la modalidad de asalto (palizas severas, violación o tortura ritualizada) la reflexión/reacción se vuelve infinitamente más compleja. Ahora, en vez de sólo despersonalizarse (remover la parte que siente del cuerpo como defensa contra el dolor), la persona puede separarse y fragmentarse (los sentimientos de ira van ahí, los sentimientos afectuosos van a otro lado, los sentimientos de traición por allá, los sentimientos asesinos por debajo, etc.). En nuestra práctica vemos esta fragmentación – en ausencia de psicosis – como un mecanismo de defensa provocado por el abuso.
Los terapeutas están usando cada vez más el diagnóstico del desorden de personalidad múltiple con algunos de estos sobrevivientes. Creemos que existe el riesgo que este síntoma (la fragmentación) sea inadvertidamente alentado y reafirmado al tratarlo como un desorden en si y por si mismo, en vez de tratarlo como un mecanismo de defensa que funcionó durante la niñez pero que necesita ser abandonado ahora.
APRENDER A CONFIAR
Aprender a no confiar es doloroso pero es un mecanismo de defensa altamente funcional. Es difícil liberarse de un mecanismo que te ha ayudado a mantenerte con vida. A partir de entonces, aprender (o re-aprender) a confiar en la adultez conforma la primera tarea del sobreviviente durante la terapia. Si hay una persona capacitada para enseñar a un sobreviviente a confiar es el terapeuta.
Probablemente las funciones más importantes que el terapeuta desempeña con los sobrevivientes son las siguientes:
• Proveer aprobación y apoyo constante (a la persona, no necesariamente a las acciones).
• Modelar una comunicación abierta, adulta y sin prejuicios (incluyendo el “yo siento…yo quiero”)
• Proveer un foro de discusión educacional sobre opciones y consecuencias.
• Establecer parámetros de lo normal versus anormal, o saludable versus perjudicial, para que el sobreviviente tenga algunos ejemplos sobre los que apoyarse y evaluar experiencias, juicios y acciones pasadas y presentes.
• Ser digno de confianza: atender llamadas, llegar en hora a citas, actuar de manera profesional y consistente.
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